Andrés Oppenheimer

El plan del probable candidato presidencial republicano de usar la Guardia Nacional y tal vez incluso el Ejército estadounidense para deportar a millones de inmigrantes indocumentados –independientemente de si cometieron crímenes violentos– sería un desastre no solo desde el punto de vista humanitario, sino también económico.

Según las leyes de , las tropas federales no pueden ser usadas contra civiles a menos que el Congreso lo permita específicamente, pero Trump argumentó que los indocumentados “no son civiles”. Anteriormente, el expresidente había afirmado que los inmigrantes “están envenenando la sangre de nuestro país”, una expresión que se usaba contra los judíos y otras minorías en la Alemania nazi.

A lo largo de una entrevista con la revista “Time”, Trump repitió su frecuente mentira de que una invasión de indocumentados está causando una ola de crímenes violentos en EE.UU. Se trata de la misma estrategia de miedo que lo ayudó a ganar las elecciones del 2016.

Sin embargo, lo cierto es que el flujo de migrantes a través de la frontera sur de EE.UU. cayó un 40% en los primeros cuatro meses de este año, en comparación con los cuatro meses anteriores, según reportó la agencia de noticias Bloomberg. El gobierno del presidente Joe Biden dice que la baja se debe a mayores controles en la frontera.

Y aunque Trump a menudo cita casos de horribles asesinatos cometidos por inmigrantes para aducir que los migrantes están haciendo subir la criminalidad, lo cierto es que –como lo muestra un nuevo estudio de la Universidad de Stanford– los indocumentados cometen menos crímenes violentos que los nacidos en EE.UU.

Además, las cifras del FBI muestran que la tasa de homicidios en el país cayó un 13% el año pasado. En otras palabras, Trump está diciendo una mentira tras otra.

Trump también afirma que hay que deportar a millones de inmigrantes porque EE.UU. es un país de leyes y los indocumentados entran sin permisos legales. Es un argumento extraño viniendo de un hombre que, además de enfrentar 94 cargos criminales, calificó en la misma entrevista como “patriotas” y “rehenes” a los manifestantes violentos que fueron arrestados tras tomar el Capitolio el 6 de enero del 2021, hiriendo a decenas de policías y provocando al menos cinco muertes.

Pero supongamos que Trump gane las elecciones de noviembre y movilice a la Guardia Nacional o a los militares para arrestar a una buena parte de los 11 millones de indocumentados, en lugar de ofrecerles una vía a la ciudadanía a quienes no son criminales y han pagado sus impuestos.

La economía estadounidense depende de los inmigrantes para aliviar la escasez de mano de obra, reducir la inflación, recaudar impuestos y aumentar el consumo. Con un desempleo nacional de solo el 3,9%, un mínimo casi histórico, expulsar a millones de trabajadores tendría un fuerte impacto negativo sobre la economía.

Hay casi 9 millones de puestos vacantes en el país, y solo 6,4 millones de trabajadores desempleados, según la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Y con las tasas de natalidad cayendo por debajo de los niveles de reposición, EE.UU. necesita más inmigrantes, no menos.

La deportación masiva de inmigrantes que trabajan en la industria de la construcción, gastronómica, el turismo y la agricultura, entre otras, no solo aumentaría la escasez de mano de obra, sino que aumentaría los precios de casi todo, y la inflación.

Uno podría entender mejor la promesa de Trump de deportar a millones de migrantes si EE.UU. tuviera altas tasas de desempleo o una escalada de crímenes cometidos por indocumentados. Pero ninguna de estas dos cosas está ocurriendo. Lo que está pasando, en cambio, es que hay un demagogo populista que quiere infundir el miedo engañando a la gente con datos falsos para tratar de ganar votos.

–Glosado y editado–

© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

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Andrés Oppenheimer es periodista