Gonzalo Banda

El genio de la animación Chuck Jones tuvo muchísimo éxito para contarnos muchos capítulos que duraban siete minutos de una historia muy sencilla: la del coyote que habitaba en el desierto y que quería atrapar al correcaminos para comérselo. Nunca lograba su cometido, no importara cuán sofisticados fueran sus planes. Quizá la sofisticación de sus planes era directamente proporcional a la inverosimilitud de su victoria. Y, mientras más intrincado y arcano parecía el ardid que había preparado, más segura y estrepitosa era la derrota. El coyote siempre se empecinaba en comerse al correcaminos y tenía un plan certeramente destinado al fracaso. Yo me acordé del coyote y del ‘bip-bip’ del correcaminos escuchando el informe oral del procurador del Congreso de la República ante el Tribunal Constitucional, cuando flaqueó intentando explicar cuál era el acto concreto que configuraba la acusación de traición a la patria que habría cometido el presidente .

El relato del coyote y el correcaminos se sostenía en nueve reglas, según Jones. La segunda, por ejemplo, sostenía que ninguna fuerza externa podía dañar al coyote, solo su propia ineptitud o la falla de los productos . Es decir, la integridad del coyote jamás estaba definida por la pericia o el ingenio del correcaminos, sino por los medios estúpidos a los que el coyote recurría. ¿Quién tuvo la peregrina idea de lanzar una acusación tan disparatada contra el presidente Castillo haciendo uso de tantísimos recursos económicos y estrategias que –en apariencia son tan apabullantes– para terminar haciendo este papelón? Por momentos como estos, donde lo inverosímil y lo esperpéntico convergen, nuestra política le compra las estrategias a la corporación ACME. Una corporación con acceso a muchos medios y recursos, aparentemente sofisticados, pero fundamentalmente inservibles hasta el absurdo.

Parece tan desprolijo que la acusación se caería por la fuerza de gravedad, como sostiene la regla ocho de Jones: “cuando sea posible, la gravedad tendría que ser el mayor enemigo del coyote”. ¿Quién gana cuando el Congreso sale chamuscado después de estas chapuzas? No es que el presidente ha trepado unos pocos puntos –pero trepado, al fin y al cabo– en su popularidad. Y es el Congreso el que sale más humillado que dañado después de estos actos de gimnasia jurídica.

Estas semanas en el Perú me han convencido de que nada ha cambiado sustancialmente en los últimos meses en el debate público. Las acusaciones de corrupción contra el mandatario y su entorno siguen siendo igual de graves que meses atrás, quizá ahora haya más testigos y colaboradores, pero el reparto de lo público se sigue festinando ante la impávida mirada de la sociedad. ¿Qué hace la oposición frente a este carnaval pantagruélico de evidencias? Urde una estrategia inverosímil. ¿Con qué propósito? Quizá quedar bien con su base de votantes duros y radicales que quieren ver a Castillo, más que procesado por corrupción, acusado por traidor. Saben que la acusación no tendrá futuro y hasta quizá muchos esperan con ansias que realmente no tenga futuro ni raíces, porque no están dispuestos a transmitir ningún sentido de urgencia que desemboque en un adelanto de elecciones generales.

Han sostenido hasta el hartazgo que, en el país imaginario en el que viven, adelantar elecciones es un acto de claudicación frente a Castillo. Nada ha cambiado, todos siguen bien anclados a su curul y nadie logra transmitir la urgencia en actos que impliquen desnudar aquella descomposición. No es que el presidente sea el correcaminos en esta historia, aunque algo del personaje de Jones pueda caberle, pues jamás tuvo una estrategia y siempre parecía ir hacia ningún lugar, ni a la derecha ni a la izquierda, ni al sur ni al norte, pero su oposición política sí le compra las estrategias a la Corporación ACME y esa es una desgracia para el país. El deterioro profundo de muchas instituciones no es señal de que pronto rebotaremos como país; al contrario, podemos seguir cavando hoyos más profundos mientras oímos el ‘bip-bip’.

Gonzalo Banda es analista político