Tomando en consideración que el estado de emergencia con participación de las fue aplicado ya a lo largo del 2022, ¿cuál es el balance de los resultados de esa primera experiencia?

Si en aquella ocasión todo Lima y el Callao fueron incluidos en la medida, ¿por qué esta vez solo dos distritos? ¿Es porque ha mejorado la seguridad en todos los demás o porque no alcanzan los recursos? De ser lo primero, ¿cuáles son los indicadores de esa mejora? De ser lo segundo, ¿cómo se ocuparán de esa demanda de ser atendidos de la misma manera de los demás?

¿Cuántos efectivos de las Fuerzas Armadas se pueden distraer de sus funciones habituales y por cuánto tiempo para cumplir esta tarea adicional? ¿Cuántos de esos efectivos son necesarios para acelerar la prevención frente al muy posible fenómeno de El Niño?

Solo pensando en San Juan de Lurigancho, donde viven más de un millón de personas, ¿cuántos efectivos se necesitarán para tener una presencia que marque una diferencia en sus cientos de avenidas y miles de calles?

Se sostiene que las Fuerzas Armadas tendrán un carácter disuasivo; es decir, que su sola presencia inhibiría que se cometan delitos. Pero, si se quedan en algunas decenas de lugares fijos, serían un saludo a la bandera.

Asumo, por lo tanto, que tienen que patrullar. Pregunto: ¿no intervendrán cuando se topen con una mujer que esté siendo arrastrada para arrancharle su cartera? ¿O si tres delincuentes armados están ingresando a un restaurante para robar a todos sus comensales? ¿O si un grupo de pandilleros está apedreando todas las ventanas del barrio? ¿O si presencian un “asalto en manada” de un establecimiento comercial? Si no lo hacen, ¿cuánto tiempo pasará antes de que los delincuentes se den cuenta de que están de adorno?

Si intervienen, ¿están preparados para usar sus armas en contextos urbanos sin matar involuntariamente a personas inocentes o a la misma víctima? Si eso ocurre, ¿recibirán el respaldo del o, como ocurrió a comienzos de año, les dirán que es su sola responsabilidad, porque “la presidenta y sus ministros no tienen nada que ver con los aspectos operativos”?

Si, como es obvio, el delito violento escoge el lugar y el momento, ¿no les bastará a los ladrones de celulares, extorsionadores, sicarios, marcas, cafichos, raqueteros y vendedores de drogas moverse un poquito de lugar, para cuando pase la “disuasión” seguir haciendo sus fechorías?

¿No sería mucho mejor, en lugar del populismo cortoplacista, tener planes de verdad, de esos que consiguen resultados acumulativos si se aplican bien?

¿No sería mejor explicarle a la población que lo de la emergencia y los militares ya se hizo, que repetirlo va tener el mismo resultado y que cada día que se pierde actuando para la tribuna hace más fuerte a los delincuentes y más vulnerables a las víctimas?

¿No hay acaso muchísimo que invertir en unidades de élite (personal calificado, tecnología de punta y logística) que hagan trabajos de inteligencia y de investigación y que vayan destruyendo a las organizaciones criminales desde la cabeza hasta la raíz?

¿No es mejor invertir en serio y con urgencia en tener un patrullaje georreferenciado, planificado, monitoreado y evaluado día a día con muchísimos más patrulleros y motos de los que ahora hay? ¿No es acaso cierto que para eso sí cabe (con trasparencia total) declarar una emergencia que permita acelerar el ‘renting’ de miles de esos vehículos, para que lleguen pronto y se recupere el tiempo que han perdido?

¿No es un desperdicio de energía parar a todas las personas a pedirles documentos a ver si alguna tiene requisitoria para que los periodistas tomen fotos? ¿No sería mucho mejor usar a esos efectivos como soporte de trabajos de inteligencia bien hechos y luego caerles encima a objetivos prefijados, literalmente agarrándolos con los pantalones abajo y las pruebas en mano?

¿No es mejor ir ganando batallas de verdad, que perder la guerra todos los días, para parecer que haces algo?



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.




Carlos Basombrío Iglesias es Analista político y experto en temas de seguridad