“Podemos mejorar nuestra resiliencia y adaptación climática con acciones concretas”. (Foto: Carl de Souza/AFP).
“Podemos mejorar nuestra resiliencia y adaptación climática con acciones concretas”. (Foto: Carl de Souza/AFP).
/ CARL DE SOUZA / AFP

Nuestro país ha vivido un año sin precedentes: olas de calor en casi todo el territorio, gripe aviar, dengue, plaga de langostas, mortandad masiva de pelícanos y lobos marinos, peruanos desplazados por crecida de ríos, pérdidas económicas por daños a la infraestructura, precariedad en la salud de la población…

El clima y los bosques nos dicen claramente que el planeta está enfermo y nosotros, lejos de curarlo con la medicina que sabemos hay que administrarle, lo seguimos enfermando. Desde la IRI creemos que la salud del planeta es una sola y, si esta se pierde o deteriora, se afecta el conjunto de la vida.

Este incremento de la temperatura en el Perú y en el planeta –que sigue desencadenando enfermedades, ausencia de alimento y crecida de ríos y océanos– es resultado de haber mantenido por décadas un modelo abusivo industrial y de consumo de combustibles fósiles. Está asociado a la deforestación masiva de los bosques y degradación de aguas y ecosistemas que han sostenido la vida en el planeta por miles de años.

Este modelo pareció una fuente de desarrollo por mucho tiempo, pero ahora la ciencia nos ha informado claramente de que es una fuente de deterioro, de enfermedad y de muerte. La ciencia ha advertido que el incremento de la temperatura será nefasto para la humanidad si supera los 1,5 grados. Y ya hemos acumulado 1,1 grados. Dios nos proteja.

En breve, los gobiernos del planeta se reunirán en Dubái para una de , la 28. Cada COP representa una esperanza y, cuando termina, también una nueva frustración. Las noticias y fotos sonrientes luego de la COP seguramente darán cuenta de más acuerdos, compromisos y promesas de nuestros líderes. Celebraremos las nuevas metas y discursos. Habrá una imagen de todos juntos entre banderas y aplausos.

Pero, de regreso a casa, el mundo muy probablemente seguirá enfermándose. Porque esas promesas y compromisos siempre nos parecerán de otros y no nuestros. Porque a nivel interno el empresariado no quiere renunciar a sus condiciones del pasado para enfrentar el mundo del futuro. Porque, como sociedad, nos hemos llenado de ilegalidad y corrupción, y en ese mundo no existe la ley y el derecho.

Para esta COP 28 ojalá llevemos acciones y no traigamos nuevamente solo compromisos. Desde la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales (IRI Perú) pedimos a nuestras autoridades darle un regalo a la naturaleza y a todos sus seres vivos, llevando a la COP 28 acciones del Estado Peruano y no solamente promesas.

Podemos mejorar nuestra resiliencia y adaptación climática con cuatro acciones concretas: estableciendo el área natural protegida del , cerrando la brecha de titulación indígena en bosques, eliminando los subsidios a los combustibles fósiles y deteniendo la deforestación de los bosques tropicales.

Son decisiones que se pueden anunciar en la COP 28 y que darán al menos a la naturaleza una “aspirina” para calmar su grave enfermedad. Si, adicionalmente, logramos ratificar el para mejorar la protección legal de miles de indígenas amenazados, sería también una muy buena noticia.

El , en la encíclica “Laudato Si”, nos invitaba a “tomar dolorosa consciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar”. En su reciente exhortación apostólica “Laudate Deum”, reconoce “que las soluciones más efectivas no vendrán solo de esfuerzos individuales; sino, ante todo, de las grandes decisiones en la política nacional e internacional” (LD69); por ello, anuncia que estará presente en Dubái. Que la COP 28 cumpla sus objetivos para garantizar que la vida fluya en todas sus manifestaciones, y sea el momento sagrado que necesitamos para renovar una “ética del cuidado” con todas las formas de vida.

Nuestro país tiene aún la gran oportunidad de enfrentar el futuro asegurando unos bosques saludables. Una naturaleza saludable es el mayor regalo de nuestro creador y solo podremos honrar ese regalo manteniéndola en iguales o mejores condiciones para los que vendrán luego. Sin unos bosques saludables no seremos una sociedad y una nación saludable.

Doscientos años después de la independencia política será bueno declarar nuestra interdependencia climática, asegurando que cada acción en el territorio siempre asegure unos bosques saludables. Esa será la mayor contribución y ventaja competitiva del Perú para sanar nuestro mundo enfermo y asegurar nuestro futuro.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Autores: Pedro Barreto es cardenal y arzobispo metropolitano de Huancayo | José Álvarez Alonso es asesor senior de la Asociación Amanatari | Tabea Casique Coronado es secretaria del Consejo Directivo de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep)