Gisella López Lenci

Todo parecía indicar que se trataría de una guerra fugaz, una invasión relámpago que terminaría en pocos días con la toma de Kiev, la destitución del presidente de Ucrania y la imposición de un gobierno títere. Pero los planes de Vladimir Putin no salieron como lo esperaba. La resistencia ucraniana obligó a las tropas rusas a replegarse y desde entonces, hace ya dos años, ambos bandos se han enfrascado en una guerra de desgaste que no tiene visos de solución.

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