Más de seis de cada diez casos (65,89%) suceden en la secundaria, precisamente en la adolescencia, una etapa compleja del desarrollo humano. (Ilustración: Antonio Tarazona)
Más de seis de cada diez casos (65,89%) suceden en la secundaria, precisamente en la adolescencia, una etapa compleja del desarrollo humano. (Ilustración: Antonio Tarazona)
Gino Alva Olivera

Las denuncias por abuso escolar entre estudiantes se han duplicado en el país. Entre enero y agosto del 2023, se reportaron 6.995 casos de físico, psicológico y sexual, mientras que en el mismo período del 2022 –año de retorno a las clases presenciales tras la pandemia– la cifra fue de 3.529, según información del portal Sí Se Ve, del Ministerio de Educación.

Además, el incremento de denuncias en los últimos diez años ha sido sostenido y muy marcado. Por ejemplo, en el 2014 hubo solo 664 reportes, mientras que en el 2019, el último período escolar antes de que el COVID-19 paralizase al mundo y cerrara las escuelas, hubo 3.442.

”Las cifras reflejan un hartazgo: hay más personas animándose a denunciar, la gente se está empoderando más respecto de la violencia y abusos en las escuelas. Pero, incluso así, esto es solo la punta de un iceberg: los casos claramente son muchísimos más”, explica Víctor Sausa, abogado especializado en asuntos de violencia escolar.

En el 2019, la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales del INEI reveló que el 69,5% de jóvenes de entre 12 y 17 años sufrió violencia psicológica o física en el entorno escolar alguna vez en su vida. En la población de entre 9 y 11 años, la cifra alcanzó el 66,2%.

En el 2018, un informe de Unicef mostró que la mitad de estudiantes de entre 13 y 15 años del mundo declaró que “sufrió violencia entre pares en las escuelas y en sus inmediaciones”.

Un período crucial

Según la información analizada por El Comercio, más de seis de cada diez casos (65,89%) suceden en la secundaria, precisamente en la adolescencia, una etapa compleja del desarrollo humano.

”La principal característica de la adolescencia es que hay muchos cambios –cognitivos, biológicos, sexuales– en un período muy corto. Los jóvenes tienen muchas cosas que gestionar”, detalla la antropóloga María Angélica Pease, doctora en Psicología.

Pease, coordinadora del proyecto “Ser adolescente en el Perú”, elaborado por la Universidad Católica y Unicef, menciona que en el Perú “la secundaria es profundamente autoritaria, la escuela no es dialogante: los docentes dan indicaciones y no acogen en lo más mínimo las voces de los estudiantes”.

En ocasiones, la situación en casa tampoco es la ideal: no hay acompañamiento de los padres en una etapa tan importante y la palabra de los jóvenes no se toma en cuenta.

”Muchos adultos dicen que no sabemos nada porque todavía no hemos vivido, que ya opinaremos cuando seamos mayores. Eso no es así porque sentimos, observamos y analizamos y con base en eso podemos opinar”, dice Sally, de 15 años, en el estudio “Ser adolescente en el Perú”.

En un escenario así, aumentan las posibilidades de que se generen situaciones de vulnerabilidad y violencia, sobre todo en la escuela, donde los niños y adolescentes pasan varias horas del día.

Que o que un estudiante de 16 sea acuchillado por un compañero a la salida del colegio –ambos casos expuestos este año en medios de comunicación– no son situaciones a las que se llega repentinamente, de un día para otro. La estela del ‘bullying’ muchas veces pasa inadvertida frente a los ojos de padres y docentes.

La psicóloga Antonella Galli, de la clínica Ricardo Palma, señala que hay signos reconocibles de abuso escolar, tanto en casa como en el colegio. “Se podría observar mucha ansiedad cuando deben ir al colegio o que intenten poner excusas para no ir, cambios muy notorios en su ánimo y comportamiento, entre otros”, expresa.

Pero si el foco de los adultos está únicamente en el rendimiento escolar y las buenas notas, este complejo problema seguirá siendo invisible a sus ojos.

Los reportes de ‘bullying’ escolar pueden hacerse desde el portal Sí Se Ve en este enlace, mediante la línea gratuita 0800-76-888 o el WhatsApp 991 410 000.

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