María Rosa Villalobos

Las 24 horas entre el anuncio del INEI de postergar la publicación del informe de pobreza 2023 y su liberación a medios y en la web oficial, solo acrecentaron la desconfianza, rumores, dudas y críticas sobre una cifra de la que distintos especialistas ya nos habían advertido: el dato sería igual o peor al del 2022.

El en 2023 la pobreza alcanzó al 29% de la población, un salto significativo desde el 27,5% del 2022. Dos son los temas que elijo destacar de todo el informe. Primero, la pobreza urbana continúa avanzando, y segundo, aún si logramos crecer 3% anual, nos tomará más de 10 años regresar a las cifras del 2019.

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El camino es largo y, encima, empinado. Atacar este problema depende de muchos sectores, pero sobre todo del Midis, que debe re-pensar sus estrategias de intervención para los pobres y pobres extremos. Por años, las estrategias estuvieron pensadas en la pobreza rural, y aunque esta necesita y seguirá necesitando atención, la pobreza urbana no debería ser dejada a su suerte.

Lejos de ser una novedad, gestión tras gestión esta cartera continúa con los programas sociales que funcionan (aunque no siempre del todo bien) y se mantiene viva con cierta inercia, sin mayores innovaciones. ¿La situación que tenemos hoy no amerita siquiera nuevas propuestas?

Que las cifras no sean letra muerta es tarea del Ejecutivo, como así también la completa transparencia, antónima de la ambigüedad y ruido político. La única manera de ayudar a las personas que han caído en situación de pobreza o pobreza extrema es ponerse, primero a pensar, y segundo, a trabajar en estrategias claras pensadas en el largo plazo.

Esto, además, debe venir acompañado de ideas para maximizar todas las oportunidades que vendrán por el lado del crecimiento y los buenos precios del cobre. Conocer de manera certera y oportuna la realidad que enfrentamos es vital para tomar decisiones. Como lo recordó C, es fundamental que el INEI, del cual dependen muchas decisiones del sector público y privado, sea un ente técnico e independiente. Hay poner los ojos en nuestras tareas privadas y público-privadas para evitar que iniciativas legislativas populistas y/o clientelistas sean el pan de cada día.

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