Dario Valdizán

En Brasil hay una canción que es casi un himno: País Tropical de Jorge Ben Jor. La canción inicia con dos estrofas que los brasileños conocen de memoria y la cantan a capela con un fervor casi religioso: Moro num país tropical, abençoado por Deus / E bonito por natureza (mas que beleza).

Probablemente, usted amigo lector ya ha escuchado antes esta canción. La segunda estrofa no se limita al Brasil, aplica a nuestro querido Perú también. Su naturaleza y diversidad lo hace un país hermoso, donde uno puede, en cuestión de horas, ir de áridos desiertos a montañas impenetrables, a valles amplios y verdes con quebradas que solo Dios podría haber diseñado.

Los recursos abundantes que guardan estas maravillas de la naturaleza permiten que las personas que viven dentro de este espacio geográfico puedan utilizarlos para aspirar a una mejor calidad de vida. Pero para que la convivencia población – espacio geográfico trascienda en el tiempo es clave definir la convivencia como la describe Simon Sinek en uno de sus libros titulado El Juego Infinito, como un contrato de infinitas interacciones que se renueva día a día. He ahí la clave.

En muchas ocasiones, en las interacciones de nuestro día a día, nos enfocamos en el resultado inmediato por una variedad de factores. Este inmediatismo, en muchas oportunidades, nos llevan a obviar, ignorar o hasta conscientemente minimizar los efectos secundarios de nuestras decisiones y actos. Sin darnos cuenta, en la búsqueda de obtener nuestros objetivos de corto plazo acabamos generando problemas de largo aliento y que para cuando nos concientizamos, revertirlos, es casi imposible.

En este proceso, muchas veces nos refugiamos en crear historias, que muchas veces son mentiras bien contadas, que nos ayudan a reforzar la convicción en nuestras acciones aun cuando las mismas solo agravan el problema. Esto se da aún en circunstancias donde una rápida mirada a la evidencia muestra la magnitud del daño. Esto termina complicándose cuando interiorizamos nuestras acciones volviéndose rutinas de nuestro día a día o en el caso de empresas, parte del folklor.

Un ejemplo es el medioambiente. Para muchos el calentamiento global, la contaminación de ríos y mares, y la muerte de especies animales llevándolas al borde de la extinción parece haber sucedido de la noche a la mañana. La realidad es lo opuesto. Es una duración continua de décadas que envuelve a toda la raza humana y que encuentra sustento en muchas de las acciones que forman parte de nuestra rutina diaria. Es complejo ver problemas que toman tiempo en manifestarse, hasta que llegan al punto exponencial donde explotan y se vuelve casi imposible revertir los efectos.

Es por ello, por lo que es importante el rol del estado con una óptica profesional y una estructura meritocrática que le permita acompañar desde la concepción del proyecto, pasando por su exploración y diseño, hasta la ejecución y cierre. Asegurándose que el impacto sea el mínimo posible, que los estándares utilizados sean los más adecuados, y que el uso de los recursos generados que corresponden al estado vayan a aquellos que más lo necesitan, buscando generar una mejora del ecosistema que rodea a los recursos que se perpetue en el tiempo. Lamentablemente, estamos lejos de esto y un ejemplo de ello es Petroperú.

Resulta inverosímil que una empresa que, si escribimos Petroperú petróleo, la primera sugerencia de Google va a ser la palabra derrame, esté siendo considerada para asumir la operación de extracción de pozos petroleros. Es que antes que las noticias de corrupción ocuparan las capas de los diarios nacionales eran los derrames constantes del gaseoducto norperuano, operado por Petroperú lo que más se escuchaba.

En un país con escasas reservas probadas (lo que abunda es gas) de 244 millones de barriles equivalentes (mbpe) versus sus pares Latinoamericanos (e.g., Petrobras: 10,471mbpe, Petroleos Mexicanos: 7,429 mbpe, Ecopetrol: 2,011mbpe y YPF: 1,187mbpe) y estando la mayoría de éstos escasos recursos ubicados en la Amazonia (74% del total), donde habita el mayor ecosistema de vida animal y vegetal del Perú es preocupante que ahora se hable de entregarle a Petroperú, una empresa altamente endeudada (1.9x de deuda bruta/Valor en libros vs 0.7x promedio de pares Latam), con serios cuestionamientos administrativos, un pobre récord ambiental y con limitados recursos técnicos, la tarea de explorar y explotar en el área más sensible del Perú.

El permitir que el estado participe como operador en actividades donde el costo de inversión es alto, el retorno elusivo y el riesgo ambiental incalculable, particularmente con un recurso escaso, es un mal uso de los recursos de todos sus ciudadanos. Mejor uso haría el gobierno peruano de potenciar a PeruPetro, el regulador, para que lidere el cuidado del pasivo ambiental y dejando que sea el privado el que tome el riesgo de inversión. El país estará mejor servido en el uso de sus recursos económicos si ellos son puestos en potenciar a un regulador que siga el modelo de independencia y profesionalismo del Banco Central, y que incremente la probabilidad que el recurso natural y su ecosistema será explotado de manera sostenible y que los recursos que generara el privado serán adecuadamente invertidos en la población.

En lo que respecta a nosotros ciudadanos, es clave ampliar nuestra visión del ecosistema que nos rodea. Tratar de entender las repercusiones de nuestras decisiones y en el proceso buscar un balance entre el objetivo y el costo para las diferentes partes que genera llegar al objetivo.

Es importante entender que minimizar nuestras acciones y sus consecuencias es una postura errada, pues es probable que varias personas tengan el mismo raciocinio y; por ende, el impacto sumado de los actores envueltos lleve a consecuencias terribles que acaban afectándonos a nosotros mismos.

Cuando usted tira basura al mar pensando en la inmensidad del mar, hay miles de millones de personas que hacen el mismo juicio y en su agregado han creado islas de kilómetros cuadrados que hoy existen en medio del océano y matan a millones de ejemplares marinos y que antes eran abundantes y hoy están, en algunos casos, al borde de la extinción. La explotación del uso de recursos naturales de forma sostenible nos involucra a todos.

No se trata de cerrarle la puerta a la minería, la pesca o inclusive a la explotación de petróleo. Se trata de convertir nuestras interacciones en un juego infinito que nos permita construir una sociedad más cohesionada, que se beneficie de nuestros recursos naturales con armonía para que perduren en el tiempo.