La selección peruana Sub 20 no pudo sumar punto alguno en el Sudamericano de la categoría que se viene jugando en Colombia. (Foto: FPF)
La selección peruana Sub 20 no pudo sumar punto alguno en el Sudamericano de la categoría que se viene jugando en Colombia. (Foto: FPF)
Pedro Ortiz Bisso

Por más que le he dado mil vueltas, no encuentro dónde está lo noticioso en el fracaso de la selección peruana Sub 20 en el Sudamericano de la categoría que aún se disputa en Colombia.

–¿Pero acaso no fuimos eliminados?

–Sí, ¿Y dónde está la noticia?

- ¡No jugamos a nada!

- Insisto, ¿dónde está la noticia?

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Ni en la Videna tenían esperanzas de que al equipo le fuera bien. “Solo nos puede salvar la gitanería”, contaba un personaje ligado al grupo desde sus inicios. Perú fue el último país en reactivar sus divisiones menores luego de que pasara lo peor de la pandemia. Con Gustavo Roverano al mando, mostró muy poco y no ganó un solo partido. Luego de la salida del uruguayo, el equipo estuvo en el limbo alrededor de un mes, hasta que se decidió encargarle la responsabilidad a Jaime Serna, asistente de Juan Reynoso, y prescindir de los servicios de Ernesto Arakaki, hasta ese entonces director de menores.

¿Son novedad estos desencuentros? Basta revisar los archivos para confirmar que son historia repetida. ¿Cómo podemos definir esta pesadilla perpetua? Con una sola palabra: improvisación.

Hemos tenido chispazos, amagos de buenos equipos que quedaron muy cerca de clasificar a un Mundial como la selección de Ahmed del 2013 o la que armó Oblitas en el 99. Tampoco podemos olvidar la gesta de los ‘Jotitas’ y el enorme trabajo de Juan José Oré. Pero nuestra historia en juveniles está ligada al fracaso. Los datos no mienten.

El reparto de responsabilidades a veces suele ser injusto. Hoy los índices apuntan a Serna, sobre todo tras el penoso espectáculo de los acalambrados ante Paraguay y sus desafortunadas declaraciones tratando de justificarlo. Pocos, sin embargo, mencionan que el trabajo formativo no es función de la federación sino de los clubes.

Si el universo de jugadores seleccionables es pobre y estos a su vez arrastran deficiencias técnicas, físicas y hasta nutricionales, conseguir el éxito entra en la categoría de lo milagroso. El trabajo de la mayoría de clubes es inexistente. Cuando existía la bolsa de minutos, convocaban jugadores externos a los que no hacían seguimiento alguno. Y para los torneos de menores, realizaban acuerdos con academias. ¿Trabajo a largo plazo? Cero.

¿La federación, entonces, no tiene la culpa? Al contrario. La impunidad con que han trabajado estas seudoinstituciones se debe a que en la Videna siempre han mirado para el costado. La última muestra han sido los US$500 mil entregados tras el acuerdo con 1190 con el compromiso de que sean invertidos en infraestructura. ¿Alguien ha verificado que haya sido así o, como señalan algunas voces, el dinero ha sido utilizado para pagar planillas?

Haber elegido a Chemo del Solar como director de menores es una buena noticia, pero no basta. No nos equivoquemos otra vez.


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