Renato Cisneros

Durante muchos años los jugadores de la selección peruana se acostumbraron a tener a un padre en el vestuario. En los noventa Juan Carlos Oblitas encarnó esa figura mejor que ningún otro. Era el técnico, pero sobre todo era el papá. Un papá con hijos favoritos (casi todos de Cristal, el Chorri, Maestri, Solano, Jorge Soto); un papá al que le gustaba consentir y proteger, pero que también impartía disciplina en los planteles que condujo.