Lulú Beltrán

Más que hacia el salón estos tres niños parecen encaminarse hacia el futuro. Avanzan decididos, a paso firme, con una expresión que no me animo a calificar de infantil.

Noten que los niños de los extremos llevan en la mano un cuaderno y un lápiz. Solo el que va al centro (el único de los tres que esa mañana no tuvo tiempo de ponerse la corbata) carga sus libros y un estuche en el brazo. Ninguno usa mochila. Nadie la usaba en aquel tiempo: lo confirmamos echando un vistazo a los demás personajes de la foto. Una de las niñas uniformadas con mandil que aparecen a la izquierda, la que mira a la cámara de reojo, guarda sus útiles en una canasta de mercado.

LIMA, 1 DE ABRIL DE 1958

ESCOLARES ASISTEN A SU PRIMER DIA DE CLASES.

FOTO: EL COMERCIO
LIMA, 1 DE ABRIL DE 1958 ESCOLARES ASISTEN A SU PRIMER DIA DE CLASES. FOTO: EL COMERCIO
/ EL COMERCIO

Veo la foto y siento la bulla del ambiente, el alboroto de esa mañana en que toca retornar al colegio después del verano. Es el 1 de abril de 1958. Son tiempos duros. En Estados Unidos, se realizan pruebas nucleares; en Rusia, Nikita Jrushchov acaba de asumir como primer ministro; en Cuba, Fidel Castro continúa liderando la revolución contra el régimen de Batista. Mientras tanto, en el Perú los hechos importantes –revoluciones en el centro, sequías en el sur– se alternan en las portadas con sucesos anecdóticos, como el caso de una imagen de la Virgen María Inmaculada que apareció ‘llorando’ lágrimas de cera en una iglesia de Jesús María.

Pero ni el mundo ni el país les importan demasiado a los 400 mil menores de edad que ese lunes volvían a estudiar. Para ellos, el mundo era su aula. Ese día El Comercio publicó una nota informativa titulada «El año escolar se iniciará hoy», que culminaba diciendo que los estudiantes tendrían que «enfrentarse con la responsabilidad de no defraudar a los padres». Las caras de estos chicos reflejan el peso de ese mandato. En esa época no existía el concepto de paternidad empática: un desaprobado en la librera podía traer repercusiones físicas dolorosas.

Miro a estos tres niños y me pregunto en quiénes se habrán convertido. La foto, ya dije, es de 1958. Es decir que en la imagen tienen nueve o diez años. Es muy probable que, de estar vivos, hoy sean tres septuagenarios jubilados. ¿Habrán llegado a ser lo que soñaban? ¿Cuánto les sirvió lo aprendido en esa Escuela Vespertina Nº65 (como se indica en el papel pegado a una de las ventanas)? ¿Qué recuerdos conservan de sus días en Primaria, cuando usaban uniforme caqui, chaqueta negra y zapatos oscuros? Si alguno de ellos llegara a ver esta página, hoy domingo 17 de marzo de 2024, ¿se reconocería? Me pregunto también si estos chicos siguieron frecuentándose después de la secundaria. ¿Existirá otra foto donde aparezcan juntos?

Esta postal del pasado –con otro elenco de actores, evidentemente– se repite en el Perú año a año, ya no a inicios de abril, sino a mediados de marzo, porque las vacaciones cada vez duran menos. Lo que no cambia es la dinámica familiar: con los niños en el colegio, los papás vuelven a respirar tranquilos.

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